«La siguiente es una entrevista con Akechi Denki (明智伝鬼). La realizó Osada Steve (長田スティーブ) el 3 de julio de 2005, dos semanas antes de que falleciera el gran maestro.
La entrevista se publicó en la revista SM Sniper (ya desaparecida), en la revista FetishJapan (publicación del propio Osada Steve), así como en diversos medios extranjeros.
Esta entrevista es la última en la que el gran maestro comparte sus pensamientos para que quede constancia de ello. Las últimas palabras de sensei se refieren a los aspectos muga (無我) del shibari/kinbaku (véase el último párrafo), y no podrían haber sido dichas de forma más hermosa:
Osada Steve: El bondage japonés con cuerdas se está volviendo muy popular en Estados Unidos y Europa y la gente quiere saber más sobre él. En Occidente hay algo que yo llamo «bondage de dormitorio»: atas las muñecas y los tobillos con ataduras muy sencillas y cuando tu pareja está restringida empiezas con el sexo o el juego SM. Pero eso es diferente del bondage japonés con cuerdas. ¿Cómo definirías el shibari (縛り)? ¿Qué es para ti el shibari?
Akechi Denki: En SM, shibari es la comunicación entre dos personas utilizando el medio de la cuerda. Es una conexión hecha con cuerda entre los corazones de dos personas. Así que la cuerda debe abrazar con amor, como los brazos de una madre abrazando a su hijo. La persona atada ha depositado toda su confianza en ti.
Lo más importante es no causar nunca lesiones físicas a tu pareja. Hay tendones y nervios delicados en el cuerpo y hay que tener mucho cuidado de no dañarlos nunca. Si atas a alguien con demasiada fuerza puedes dañar los nervios. Y si no haces las ataduras lo suficientemente apretadas, la cuerda puede resbalar y engancharse en el hombro o el cuello de tu pareja. Es difícil creer que una sola sección de cuerda pueda causar daños permanentes, pero se han producido muchos accidentes de este tipo. Debes controlar constantemente a tu pareja y asegurarte de que está bien. No con palabras, sino observando su expresión.
OS: Sin embargo, casi todos los nawashi (縄師) llevan gafas de sol, sobre todo cuando hacen shows. Si tu modelo no puede verte a los ojos, ¿es realmente capaz de comunicarse contigo?
AD: La comunicación es mucho más que el contacto visual. Rodeas a tu modelo con los brazos para ver cómo está, o le haces algo y evalúas su reacción. Es una comunicación corporal. Puede dar mucho miedo estar atado, perder la libertad. Tienes que tener una buena comunicación para que la persona a la que atas se sienta segura. Quieres que se sienta bien.
OS: ¿Qué opina del término nawashi? Creo que la gente en Occidente tiende a creer erróneamente que existe algún tipo de proceso de cualificación antes de poder convertirse en nawashi. ¿Cuándo empezó a utilizarse ese término?
AD: Hace unos treinta años. Antes de eso, nadie utilizaba el término nawashi. Cuando empecé a hacer espectáculos de SM, todo el mundo decía sado (de la palabra «sádico», para indicar a la parte dominante) y mazo (de la palabra «masoquista», para indicar a la persona atada). En aquella época, el mundo SM era mucho más pequeño y la gente que lo formaba se tomaba sus relaciones muy en serio. El sado era el amo; la mazo era su esclava voluntaria. Podía llamarla y apagarle el cigarrillo en la palma de la mano, y eso se aceptaba en el contexto de su profunda relación. Se aceptaba que pudiera hacerle daño y que ella estuviera dispuesta a entregarle su vida. No fue hasta más tarde cuando la gente empezó a utilizar el término nawashi para referirse a alguien que practicaba el bondage con cuerdas como parte de los shows SM.
OS: ¿Cómo se convierte una persona en Nawashi? ¿Cómo te convertiste tú en nawashi?
AD: Tienes que entender que la gente como yo, la vieja generación, empezamos a hacer esto en la adolescencia. Conseguíamos revistas SM como Kitan Club (que ya no se publica), y entonces intentábamos imitar lo que veíamos en la revista, que era un trabajo de shibari mucho más sencillo que lo que se ve hoy en día. Y practicábamos mucho. No solo el atado, sino todas las habilidades que utilizábamos en los espectáculos de SM. Yo tenía un látigo americano de cinco o seis metros, un auténtico látigo vaquero. Solía practicar durante horas, lanzándolo una y otra vez hasta que aprendí a lanzar dentro de un espacio reducido y a ser capaz de golpear con precisión. Ganábamos experiencia con la práctica repetida.
Pero lo más importante es tener un modelo de cuerdas con el que compartas una relación profunda y de confianza. Eso fue lo más difícil para mí: encontrar modelo. Hace cuarenta años, no podías simplemente decir que te interesaba el SM. No había clubes de SM a los que pudieras ir y encontrar a una mujer que quisiera ser atada. Así que conocía a una chica normal y empezaba un noviazgo normal, llevándola a cafés y al cine durante seis meses o incluso un año, formando una relación muy profunda antes de atreverme a sacar el tema del bondage. Y aun así, la mayoría de las chicas se escandalizaban y horrorizaban cuando sacaba una cuerda. Me dejaban inmediatamente. Finalmente, una dijo: «Vale, pero solo un poco». Estaba tan agradecido que lloré mientras empecé a atarla. Habría hecho cualquier cosa por ella. Fue como encontrar una joya preciosa.
OS: ¿Qué edad tenías entonces?
AD: Dieciséis o diecisiete. Lo recuerdo porque en aquella época no te dejaban entrar en un kissaten (cafetería) hasta los 18 años. Esa primera chica trabajaba de camarera en un kissaten. Y esa primera vez, fuimos a una especie de dormitorio. Yo tenía un sistema digestivo débil, así que siempre llevaba un sarashi y eso era lo que utilizaba para atarla. (Un sarashi es un paño largo y fino de algodón que se envuelve alrededor del vientre porque la medicina oriental enseña que es importante mantener calientes los órganos internos). Como siempre llevaba un sarashi, siempre estaba preparado si se me presentaba la oportunidad de atarla.
OS: ¡Muy práctico!
AD: Sí, y no sólo para el bondage. Llevar un sarashi enrollado alrededor de la cintura podía protegerte en una pelea con cuchillo, desviando o deteniendo la hoja. Y si te cortaban, la tela ayudaba a detener el flujo de sangre. En aquella época, trabajaba en obras de construcción, que eran lugares bastante duros. Tenía a mi cargo a unas 100 personas, pero sabía que no era un buen luchador, así que mantenía a mi alrededor a gente leal. Y llevaba el sarashi.
OS: ¿Es completamente autodidacta? ¿Aprendiste a manejar la cuerda con alguien?
AD: Nadie me enseñó. Pero me hice amigo de Tsujimura Takashi, cuyo trabajo aparecía en la Kitan Club en aquelloa época, y de su amigo Yamamoto Issho. Tenían su base en Kansai (Osaka), pero nos reuníamos cuando podíamos y practicábamos bondage juntos, y nos prestábamos a nuestras modelos.
OS: ¿Qué me dices del famoso artista Ito Seiyu (1882-1961)? ¿Te influyeron sus fotografías y pinturas de mujeres atadas?
AD:La verdad es que no. He coleccionado libros de su arte, pero exploro muchos temas además del shibari, como los fantasmas tradicionales. Aprecio su obra como arte más que como inspiración para mi propio trabajo.
Tengo entendido que ha investigado mucho sobre el hojojutsu, una antigua forma de artes marciales en las que se utiliza la cuerda.
Sí. Como me interesaba tanto el shibari, fui a varias bibliotecas y museos en busca de información sobre el uso de la cuerda como arma. En un libro muy especializado en artes marciales -olvidé el nombre- encontré diagramas de tres ejemplos y los estudié detenidamente. Así aprendí algunas buenas técnicas, pero las adapté cuando las utilicé en mi propio trabajo. Las restantes escuelas de hojojutsu guardan celosamente las técnicas antiguas y no creí que toleraran que sus técnicas aparecieran en revistas de SM.
En la era Sengoku (alrededor de 1478-1605), los guerreros llevaban cuerdas como arma. Si perdías tu espada, podías agarrar tu cuerda y usarla para desviar la espada de tu enemigo. Podías lanzar tu cuerda como un lazo para atrapar la espada de tu enemigo o poner pesas en ambos extremos de la cuerda y lanzarla de forma que se enrollara alrededor del cuerpo de tu enemigo para inmovilizarlo. O alrededor de su cuello para estrangularlo. Me temo que muchos de esos conocimientos no se están transmitiendo.
Pero algunas fuerzas policiales y militares modernas utilizan técnicas similares. Las fuerzas especiales italianas y estadounidenses utilizan una cuerda para asegurar a los prisioneros, atándola alrededor de la cintura y luego asegurando ambos pulgares. Es sencillo pero muy eficaz y más barato que las esposas. He oído que aprendieron esta técnica de las artes marciales tradicionales japonesas, y que la cuerda que utilizan es muy buena.
También he investigado las técnicas de la policía del periodo Edo. Los alguaciles tenían diferentes ataduras dependiendo del estatus de la persona a la que ataban, y desarrollaron diferentes formas de atar a los prisioneros dependiendo de cómo iban a ser transportados. Por ejemplo, si los prisioneros iban a ser enviados en barco a las islas penales, querían dejar las piernas libres para que los prisioneros pudieran llegar a la borda del barco si se mareaban.
OS: Lo que realmente aprecio es que siempre me apoyéis tanto y seáis tan positivos. He acudido a ti para aprender ciertas ataduras e incluso cuando mis esfuerzos han salido pésimos me has elogiado. Eres así con todo el mundo. Nunca dices: «Oh, ese tío no sabe atar en absoluto». Obviamente te encantan las cuerdas y te encanta ver a la gente haciendo shibari. Creo que por eso eres tan querido y respetado en el mundo SM.
AD: Recuerdo cómo era cuando yo estaba empezando.
OS: Una última pregunta: hay muy pocos nawashi profesionales, y cada uno tiene un estilo distintivo. Tu estilo es muy intrincado y bello. ¿Cómo se ha desarrollado?
AD: Para mí, lo más importante es que la atadura quede bien. Mi estilo se desarrolló en el transcurso de distintos shows, en una época en la que aún no existían los vídeos. Me parecía importante dar a los clientes algo único, algo que no hubieran visto antes. Así que tuve que desarrollar mi propio estilo; las ideas tenían que surgir de mi interior. Y mi objetivo, aquello que me motiva, es no hacer nunca la misma atadura dos veces. Por supuesto, a veces acabo repitiéndome, pero en mi mente siempre intento hacer algo completamente nuevo. Así que, incluso ahora, mi estilo sigue cambiando y desarrollándose.
Cuando subo al escenario al principio de un espectáculo, no tengo ni idea de lo que voy a hacer. Vacío mi mente. Entonces las ideas me vienen solas, de dentro de mí o de la persona con la que trabajo. A veces las cuerdas se mueven solas y mis manos las siguen, y eso es siempre una experiencia increíble. Simplemente desaparezco. El shibari siempre es muy bonito cuando ocurre eso.»
Esta es la traducción al castellano por Margout del texto «Akechi Denki (明智伝鬼), 1940-2005» publicado por Osada Steve en su página web TokyoBound. Puedes leer el texto original en inglés aquí. 🙂
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