Zetsu Nawa (autor de KinbakuToday e instructor de Yukimura Ryu) nos ha concedido permiso para traducir su texto sobre Kotobazeme al castellano. Os recomendamos muchísimo leerlo. 🙂
«Como ocurre con todo lo japonés, traducir el significado de una palabra a un idioma occidental está plagado de dificultades. Tomemos la palabra aoi como ejemplo. Significa verde. También significa azul, porque en la mentalidad japonesa, verde y azul son el mismo color, solo que con matices diferentes: el color del mar; el cielo; el color de la naturaleza acuática. Es cierto que cuando quieren distinguir tonos, o artículos que tienen matices distintivos de azul-verde, tienen palabras como hekishoku (verde; esmeralda), o konpeki (azul profundo; azur), etc. Nosotros también tenemos estas diferenciaciones. Pero, por lo general, no tenemos una palabra para ambos colores. Vemos el azul y el verde como diferentes.
Si se consulta un diccionario, kotobazeme aparece como abuso verbal. En el contexto de su uso en el shibari, yo no diría que es intencionadamente abusivo, y gran parte de la forma en que puede funcionar es potencialmente no verbal. Está claro que no se traduce bien. 責め seme (zeme): persecución; culpa; responsabilidad (del kanji 責: culpar, condenar, censurar), y 言葉 kotoba: una manera de hablar, frase; término; expresión; comentario, etc. En realidad solo tiene sentido si lo llevas al marco crítico de referencia.
Ahora, qué sí es kotobazeme: hablar sucio; insinuarse; acciones, desde una perspectiva erótica, dominante y sádica, dirigidas hacia el sumiso/a, masoquista, voluntariamente avergonzado/a. Si se añade la restricción, aunque solo sea mental, se convierte en bondage psicológico. No es como los nudos y las ataduras, las estructuras y los patrones de las cuerdas. No se puede duplicar, porque por su propia naturaleza, es individual, y siendo así, al igual que el efecto de las feromonas en la química sexual, no puede funcionar en todas las situaciones. Pero, cuando lo hace, puede ser fenomenalmente poderoso.
El kotobazeme es una técnica que puede magnificar lo que los occidentales llamaríamos mindfuck; una forma de introducir nuestra pervertida persona en la libido de nuestra pareja, aumentando la experiencia, inflamando el placer de su vergüenza y/o complacencia y/o masoquismo, etc. Excitar a nuestra pareja desde su punto de vista. Indispensablemente, la persona que lo recibe, tiene que desear lo que hay; lo que puede hacer; lo que puede aportar, o de lo contrario esta técnica está condenada al fracaso, y entonces es, solo abuso verbal.
El hombre al que yo llamaría El Maestro del Kotobazeme es Aotsuki Nagare san. Usa elementos muy diferentes a los de cualquier otro al que haya visto en acción. En particular, el mero hecho de disfrutar esa experiencia como observador es especial, porque el kotobazeme puede ser tan sutil y/o privado, que uno es muy afortunado de presenciarlo o absorberlo como no receptor. Aotsuki san utiliza tonos graves profundos de su diafragma para que su comunicación parezca de otro mundo. Lo que dice y la forma en que lo dice amplifican el efecto. Por el contrario, Yukimura san era más directo, murmuraba comentarios lascivos, más para inducir vergüenza que para anticipar los placeres del dolor, pero estamos hablando de líneas muy, muy finas de detalle.
Yo utilizo la gravedad de la dinámica. Diciendo muy poco, eligiendo el momento perfecto, y luego haciendo, a menudo retóricamente, las preguntas más suculentas. Todo ello no solo para mantener el erotismo, sino para aumentarlo. Todo ello envuelto en una burbuja que incluye cómo interactúo utilizando la cuerda y mi particular método de dominación dentro de la ética de ser la persona que ata.
Me gusta trabajar con el conductismo y la anticipación, y ahí encuentro que puedo entrar en el subconsciente; en la psique de mi interlocutora. Más o menos se ha convertido casi en un eslogan. ¿Más fuerte o más suave? para cuando necesito equilibrar mi sadismo con su masoquismo. ¿Te acuerdas de mí?, cuando llego a un punto de excitación que ella está acostumbrada a esperar, etc.
Aumentando cuidadosamente la excitación desde los puros comienzos de un manantial hasta el suave murmullo de un arroyo y la creciente corriente de un río, puedo llevar a mi pareja al huracán total del océano, cabalgando la intensa fuerza de la tormenta. Ella se excita vigorosa y claramente, y yo continúo con los juegos mentales hasta que se muere de ganas de terminar. Entonces me burlo de ella un poco más: ¿Quieres que te toque?. Ha llegado a un punto en el que, desvergonzada, el deseo ha superado cualquier pudor. Me aseguraré de que suplique en voz alta que continúe, que pida a gritos mis dedos mientras le niego el momento, jugando con su mente, con sus emociones. A veces lo único que he hecho es deslizar las yemas de mis dedos por la parte baja de su vientre hasta su monte de Venus, y ya ha llegado al clímax. Porque es la mente, y no los genitales, la que dicta las condiciones.
Kotobazeme es solo una palabra, una palabra extranjera, y las palabras no tienen sentido frente a las acciones. Significará muchas cosas para muchas personas. Para mí, es ese ingrediente especial que hace que el juego del shibari sea superlativo; excepcional, y sin él, probablemente me limitaría a atar.»
Autor: Zetsu Nawa / Traducción: Margot Darko
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