Anoche tuvimos el gran placer de realizar nuestra primera performance de Shibari en Salamanca. Todavía estamos repletos de emoción y adrenalina, el público nos recibió con gran cariño y nos sentimos sorprendentemente cómodos.
Es difícil llevar por primera vez el Shibari a una ciudad que nunca lo ha visto en directo. Tienes esas ganas inmensas de mostrarlo de la forma más positiva, real y natural posible de manera que la gente no se lleve ideas equivocadas y romper con estigmas y esa falsa información que tanto ronda por los medios e internet. Además, te preocupan las reacciones del público: «¿qué pensarán?», «¿habrán venido solo por el morbo?», «¿se marcharán horrorizados antes de que terminemos?». Pero Salamanca ha demostrado ser una ciudad abierta y plural y les damos las gracias de corazón por acompañarnos en este momento especial.
Como siempre, sentí estando en las cuerdas de Zor emociones muy diversas y convulsas… Pasión, sufrimiento, complicidad, vergüenza, diversión, sorpresa, miedo, excitación, aceptación y ternura, todas ellas explotando dentro de nuestra burbuja íntima y dinámica bajo los focos del maravilloso espacio Almargen delante de más de 120 personas. Una de las cosas más bonitas que me ha aportado el Shibari es aprender a comunicarme sin palabras, puedo establecer una conexión muy profunda con otra persona solo con una mirada, un gesto sutil, el roce dulce o salvaje de una cuerda de yute. Y esa comunicación, esa conexión con una persona concreta en un momento concreto en un lugar concreto del mundo que fluye y nos embriaga a ambos es el mayor de los tesoros para mí.
Por último, desde Madrid Shibari queremos agradecer enormemente a nuestra alumna y atadora Claudia Stonem por tener la iniciativa de organizar este evento y haberlo llevado a cabo tan bien. Su amor por la cuerdas y esfuerzo han hecho que esto sea posible, solo podemos estar felices de haber cruzado nuestros caminos con ella.