El 15 de septiembre de 2019 ofrecimos en el Kinkyclub de Gijón un nuevo concepto de workshop orientado a uno de los conceptos menos comprendidos en occidente y más importantes del Kinbaku: la estética.
Este curso se aleja de los típicos workshops técnicos en los que se repiten y aprenden estructuras para adentrarse en un terreno mucho mas íntimo, en el que se aplican todos esos conceptos ya aprendidos para crear resultados únicos.
Quiero con este post explicar un poco qué pasó durante ese workshop, mostrar en qué consiste y aclarar algunas dudas que nos han preguntado algunos estudiantes. Y por supuesto, mostrar los increíbles resultados que se obtuvieron.
Cuando empezamos a aprender shibari somos torpes. No solo somos torpes técnicamente sino que es muy difícil comprender los detalles y las sutilezas intrínsecas a la cultura japonesa que hacen que una foto en blanco y negro de la Kitan Club nos pueda emocionar. En occidente acostumbramos a valorar una obra por la dificultad de su ejecución, por el desafío para la persona atada o por la complejidad de la estructura. Y acabamos saturados de imágenes acrobáticas de modelos incapaces de transmitir nada. De ataduras que solo cuentan el número de horas que quien ata ha invertido en repetir patrones. Pero cuando despegamos los ojos de la pantalla y miramos trabajos como el de Norio Sugiura San, vemos unas representaciones de increíble belleza que nos hacen fijarnos en la cara de la modelo, en el pelo, en el cuello, en la expresión de su boca. Donde las cuerdas se utilizan para destacar partes de su cuerpo, para plasmar emociones a su cara, para contarnos una historia. Pero estas cuerdas jamás son el objeto de la fotografía. E incluso muchas veces no aparecen, pero nadie duda que se trate de una foto de kinbaku.
¿Cómo podemos pasar de tomar una foto acrobática a una foto llena de belleza que nos llene el corazón? ¿Dónde está el límite entre una foto en la que las cuerdas son opcionales y solo nos impresiona la capacidad física de la persona atada para poder torsionar o arquear la espalda, y la de una modelo transmitiendo una emoción completamente real sin la necesidad del «más difícil todavía»? ¿Por qué aspirar a una foto acrobática que solo un 5% de modelos puede soportar sin lesionarse (a corto plazo) cuando con unos conocimientos básicos de kinbaku correctamente aplicados pueden contar historias maravillosas?
Tras varios años en los que nuestra perspectiva del shibari y el kinbaku ha cambiado profundamente, hemos invertido tiempo y recursos en estudiar de forma tanto teórica como práctica en qué consisten la belleza y estética del shibari. ¿Puede un occidental comprender el concepto de mono no aware de manera instintiva? ¿Podemos apreciar el valor del ma y los espacios vacíos sin un trasfondo cultural? ¿Podemos hacer kinbaku o shibari sin entender por qué se ata en Japón? Difícilmente. ¿Lo hemos conseguido nosotros? Mínimamente. Quizá lo consigamos tras muchos más años de estudio pero hemos podido vislumbrar cuál puede ser ese camino. Hemos tenido la suerte de aprender con maestros que nos han arrojado algo de luz y el resultado ha cambiado nuestra forma de ver y hacer kinbaku mucho más que los ultimos 10 años de práctica y técnica.
¿A quién va orientado este workshop? Probablemente esta sea una de las preguntas mas difíciles de responder porque rompe con el concepto tradicional de workshop, especialmente con el de shibari. Voy a explicar desde mi punto de vista quién puede aprovechar este curso.
Los atantes. Lo primero que aprenden es que dejan de ser el elemento principal de la sesión. Nunca lo han sido, pero ahora va a ser explícito. Pasan a ser las manos del director de la escena, que les va a indicar qué deben hacer. Son un elemento más de la sesión. Y por lo tanto, van a darse cuenta que a 30cm de la persona atada es imposible tener una visión de la escena. Aprenden a separarse y a mirar a la persona atada, a transmitir a través de las cuerdas, a olvidarse de las cuerdas. A buscar la expresión. A usar los patrones y las estructuras como un dibujante usa una regla o una goma de borrar.
Van a tener que buscar soluciones para los problemas o los deseos que les transmita el director de la escena. Van a contar una historia con el kinbaku en vez de limitarse a seguir pasos. Van a atar y desatar, mucho más rápido de lo que pensaban que podían hacer. Van a pedir cuerda a sus asistentes, pedir ayuda para elevar a su modelo, y darse cuenta que son una pieza más de una obra mucho mayor que ellos.
Y en ese camino van a descubrir en qué consiste la estética. Que aunque puedas gastar esa cuerda que cuelga, aunque puedas forzar más el arqueo de la espalda, aunque la figura pueda ser más compleja, la belleza no reside ahí. Alguien les va a decir que paren, que se alejen y que miren. Que hay belleza en la composición, y la composicion depende de factores que hasta hora les han importado tan poco como el grosor de una línea que sube, la verticalidad de las líneas de suspensión o el roce del pelo con el suelo.
Modelos. Destruimos completamente esa frase en la que se dice que el atador pinta en el cuerpo de la modelo con las cuerdas. Encontramos la estética no en la belleza de la persona atada desde el punto de vista occidental, sino en la belleza de la emoción y el sentimiento. Nos alejamos de los conceptos occidentales del valor de la complejidad y el desafío. Exploramos elementos que son subestimados en occidente: el pelo, las líneas del cuello, la cuerda clavándose en la cintura, la expresión de abandono, la belleza de la imperfección y muchos más. En un occidente saturado de fotografías que no dicen absolutamente nada, intentamos crear composiciones que nos hagan emocionarnos en vez de impresionarnos por las capacidades físicas.
Todo este conocimiento va a permitir a las personas atadas afrontar una sesión de kinbaku de una forma completamente diferente de como lo han hecho hasta ahora. Entender conceptos como el semenawa, la belleza del sufrimiento, el erotismo de la vergüenza, el abandono, es extremadamente difícil sin considerar todos los aspectos de los que estamos hablando. El usar referencias y material adicional ayuda muchísimo, no solo a modelos sino también a atantes. Por lo que recomendamos obras literarias imprescindibles sobre Japón y su cultura que nos permiten comprender conceptos dificílmente explicables por no expertos. Y por supuesto, material gráfico que se proyecta para ilustrar todos estos ejemplos. Una fotografía de Nureki Chimuo San, en la que con una sola sección de cuerda de cáñamo y los conocimientos que aparentemente tendría un estudiante muy básico de shibari, es capaz de transmitir más que cualquier foto actual. Analizamos qué elementos nos llaman la atención. Conversamos con los estudiantes sobre cómo habríamos llegado a ese resultado, qué habríamos hecho diferente (tanto atantes como modelos).
Fotógrafos. En Japón es el fotógrafo quien dirige la sesión. Quien tiene el conocimiento de la estética, quien busca un resultado, quien se emociona cuando se aproxima a un resultado cada vez más. Quien da instrucciónes tanto a quien ata como a quien es atado. Quien cambia todo a cada momento en esa búsqueda de la imagen que le emocione, que le excite. Exactamente al revés que en occidente, donde la figura del fotógrafo de shibari se aproxima más al de fotografía documental, al del espectador que, tratando de no molestar, intenta robar momentos de la sesión. Cambiamos completamente esta dinámica y explicamos las diferentes maneras de comunicarse entre los diferentes miembros del equipo.
Un fotógrafo muy experimentado puede dar instrucciones muy precisas a quien ata, pero no tiene que saber de estructuras, no tiene que saber de escuelas. Esa es la labor de quien ata. Convertir esas ideas en construcciones físicas que a su vez hagan sentir a quien está atado y permitan contar una historia. Sacar al fotógrafo de su condición habitual de elemento pasivo es una de las partes mas difíciles pero satisfactorias de este curso. La búsqueda de la estética no permite distracciones, por lo que el fotógrafo cuenta con no solo los integrantes de la sesión, sino ayudantes para la iluminación, «lifters», etc. Coordinar ese equipo, incluyendo a modelo y a quien ata, para que cada parte resuelva de forma independiente los problemas técnicos que aparezcan y permitan al fotografo centrarse solo en la estética. Es algo fundamental para pasar de robar momentos de una sesión de cuerdas a hacer fotografías de kinbaku que realmente destaquen.
Durante el curso no explicamos absolutamente nada de fotografía a nivel técnico. Tampoco explicamos nada de shibari a nivel técnico. Quien asiste puede tener más nivel o menos nivel, más o menos experiencia. Todo el mundo consigue resultados satisfactorios. Explicamos algunos conceptos básicos de modelaje. Explicamos cómo comunicarnos entre las diferentes partes del equipo, cómo negociar la sesión, como preparar minimamente un set.
El workshop tiene una estructura perfectamente definida. Se divide en una parte teórica y de proyecciones cada día durante media mañana, para luego pasar a una serie de sesiones (que jamás son simultáneas) en la que todos los asistentes del curso participan de una manera u otra.
La primera sesión la realizamos nosotros. Margot como modelo, Zor como director de la sesión, y Sr Interior como atador. Algunos de los participantes ayudaron como asistentes de iluminacion, «lifters» (levantadores de la modelo) o asistentes del atador. De esta manera, todo el mundo pudo ver un ejemplo práctico de cómo se desarrolla una sesión completa.
Se puede asistir al workshop con todos los roles que se desee. Puedes ser fotografo de una sesión, atador en la siguiente, y modelo en la siguiente. O puedes ir exclusivamente como modelo, y ayudar como asistente de iluminación en la siguiente sesión. Al apuntarte al curso es necesario especificar tu rol principal y en cuales mas te gustaría participar. De esta manera definiremos una serie de sesiones para que todos los modelos/atantes/fotografos participen en al menos usa sesión.
Al terminar el día, se permite a los fotografos que utilicen 10 minutos para hacer una selección de 25 fotografias de su sesión, y se proyectan y comentan entre todos. Por supuesto el material obtenido de las sesiones de los cursos es compartido entre los integrantes de la sesión, que pueden utilizarlo siempre que lo deseen y dando los créditos correspondientes.
Por supuesto la estética del kinbaku no es un concepto absoluto e inalterable, cada fotógrafo buscará un resultado que puede variar. En algunos casos podrá ser más erotico, en otros casos podrá dirigirse a conceptos tan diversos como el abandono, la pureza o el sufrimiento. La técnica también influye, quizá se busca una foto en clave alta con una cámara de medio formato. Quizá se quiera usar cuerda de coco y ropa tradicional. Y por supuesto, cada atador aportará su firma personal a la construcción de la escena, su estilo propio que lo diferenciara de otros. Pero es definitivamente la persona atada quien tendrá mas peso a la hora de obtener un resultado final. Cada persona inspira diferentes emociones y reacciones, y es la labor conjunta de todos los integrantes de la sesión, buscar la forma de convertir ese trabajo en equipo en una obra final con valor estético.
A mí personalmente este es el curso que más me gusta de todos los que damos. Es el que mas se acerca al kinbaku tal y como se entiende en Japón, en el que más se aprende sobre lo que buscamos al fin y al cabo al atar. Y sobre todo es el curso en el que podemos aprender a hacer algo que nos diferencie del resto de occidente y nos acerque aunque sea un poquito al kinbaku de verdad.
Creditos de las fotos:
Modelos: Margout Darko & Ana
Atador: Sr Interior
Fotos: Zor